Me levanté. Eran como las 5 de la madrugada. Me desperecé un poco, y miré por la ventana. Los rayos de sol empezaban a aparecer por encima de los edificios. Pensé en ir a entrenar, ¿pero entrenar qué? Aún estaba pensando como entrenar las técnicas Nendo chunnin y no tenía ganas de desarrollar las jônnin. Miré un compartimento donde guardaba mis herramientas, y observé las pesas recien compradas. En ese momento, se me ocurrió ir a entrenar el taijutsu, que lo tenía bastante flojo... El clan Nendo no utilizaba para nada el taijutsu, por el cual si nos venían de cerca, nos harían picadillo. Las agarré, y me dirijí al pais de la Tierra, dirijiendome a una gran roca. Allí me puse las pesas en los tobillos, y empecé a caminar.
Era bastante costoso, pero notaba que mis músculos empezaban a endurecerse a cada paso. Iba acelerando el paso, de trote a ligera marcha. Pero parecía que la tierra me absorvía con cada paso, por lo cual comencé de nuevo a andar. Tras una larga caminata, me dí la vuelta, y volví hacia un árbol. Empecé a darle patadas. Apenas podía levantar la pierna. Hacia cada vez más fuerzas, levantando la pierna derecha, y dando golpecitos al árbol. Lo probava con ambas piernas, y cada vez iba más rápido. Golpe, golpe, golpe... los tendones se me tensaban bastante y la pierna me empezaba a doler. Debía haber entrenado desde que era gennin... y ahora eran las consecuencias. Me puse junto al árbol, bebí un poco de agua y descansé media hora.
Ya descansado, me levanté. Comencé a dar patadas ligeras con las dos piernas al árbol. Empezaban a salir astillas. Ahora solo lo probé con una pierna, y iba bastante ligero. En un momento, se me ocurrió saltar; y es lo que hice. Apenas 5 mm del suelo. Empecé a hacer un trote en el mis sitio continuamente. Era bastante forzoso. En un momento, salté 5 cm y di una patada al árbol, y este dio un gran crujido. Me paré. Parece que había conseguido algo: más fuerza en las piernas. Decidí quitarmelas, y comencé a correr. Mi velocidad era impresionante. Las piernas me parecían que habían estado adormecidas durante horas, y ahora estuviesen bien frescas. Corrí más o menos 5 kilometros. Cuando llegé al árbol, estaba agotado. Mi velocidad había aumentado considerablemente. Probé a pegar una patada en el árbol, y se escuchó un gran estruendo. Observé como el árbol se cayó.
Reflexioné sobre lo que había hecho. Velocidad y fuerza en las piernas... perfecto.
Solo quedaba mi fuerza física, la de los brazos...