Khel se levantó temprano aquella mañana... no podía sentir nada en su corazón luego de lo último que había vivido. Caminando por las calles lentamente mientras fumaba un cigarro, observaba a las personas pasar.. Tenía tantas preguntas en su cabeza, pero por más que lo intentaba no podía conseguir alguna respuesta.
Cuando la caminata se extendió por varias horas, Khel se encontraba totalmente perdido en el bosque. Podía sentir como la locura lo estaba controlando completamente. Golpeando una y otra vez los árboles a su alrededor, terminó tirado en el suelo con las lágrimas en su rostro. Podía sentir como todo el odio que hace tiempo había controlado, nuevamente volvía a aparecer, pero aún más fuerte... Con los ojos llenos de odio, coloco ambas manos en el suelo gritando: ¡Doton Ganchusou! y rápidamente varios pilares de tierra comenzaron a salir rodeando el cuerpo de Khel a gran velocidad.
Completamente sumido en la locura, una voz apareció en la oscuridad... el rostro de Khel cambió completamente en pocos segundos, y allí en un pequeño destello de luz observó a un anciano. ¿Qué era esa luz extraña?...
Las palabras eran confusas, pero aquella voz... era difícil de olvidar. Una voz tan pura y calmada, que había logrado paralizar el cuerpo de Khel completamente. En un abrir y cerrar de ojos, todo había desaparecido... Khel se encontraba en una total oscuridad.
Poco a poco, todo estaba más calmado, y Khel se dio cuenta de lo que había sucedido... era tiempo de cambiar. En aquel momento, Khel retiró de su túnica un pequeño pergamino y en el dejo caer lágrimas. Abriéndolo lentamente, comenzó a leerlo mientras una sola cosa pasaba por su mente "No dejare... que nada le suceda"
Haciendo unos sellos a gran velocidad, coloco ambas manos en el suelo y gritó ¡Doton Doroku Gaeshi!
Enviando ondas de chakra al suelo, rápidamente se elevó un pequeño muro de tierra de unos pocos centímetros. El odio de Khel tomo control de su cuerpo, y este golpeo rápidamente aquel muro destrozándolo completamente.
Haciendo los sellos otra vez, coloco ambas manos en el suelo con más fuerza y gritó nuevamente ¡Doton Doroku Gaeshi! y enviando ondas tras ondas de chakra al suelo, de este se elevó un muro de apenas un metro.
Khel, completamente en la locura, cerro los ojos... y simplemente se olvido de todo. Al día siguiente, aquel odio aún era presente en su cabeza y en su corazón. Una vez despierto, comenzó a hacer los sellos a gran velocidad. Colocando ambas en el suelo, pronunció ¡Doton Doroku Gaeshi!
Y por las ondas de chakra que Khel enviaba al suelo, rápidamente se formó un gran muro cubriendo todo el cuerpo de Khel. Sumido en la locura y el tormento... todo su mundo se volvió negro.