Nimajita, comenzó a entrar por último el último jutsu de su naturaleza que estaba dispuesto a aprender, necesitaba entrenar mucho más las nuevas técnicas que albergaban los pergaminos.
Comenzó realizando los sellos, como siempre le costó poco memorizarlo.
- ¡ Enshuu no kaze !
Concentró su chakra y extendió sus brazos con fuerza, pero esta técnica requería de más concentración de chakra que cualquiera anterior.
Repitió el justu durante horas sin avances aparentes.
Realizó los sellos
- ¡ Enshuu no kaze !
Pero apenas una pequeña corriente salió de sus brazos.
Se mantuvo impasible repitiendo el jutsu cuantas veces hiciera falta, no debía perder el tiempo, tras varios intentos,
- ¡ Enshuu no kaze !
Esta vez al extender los brazos con fuerza, una gran corriente de aire hizo que varios árboles se arrancaran de raíz y salieran disparados.
- Estupendo, ya puedo comenzar con mis técnicas...
Extendió el pergamino de Kinjutsus y comenzó a leer la explicación y los sellos de la primera técnica, ante todo el pergamino advertía de los peligros
que cada técnica entrañaba, pero a Nimajita no lo hicieron retroceder.
Comprendió que para la técnica de invocación del mundo impuro hiba a necesitar de unos cuantos sacrificios humanos... sería el comienzo de una larga lista de desaparecimientos
en su aldea, pero ya se las ingeniaría para incubrirlos. Fue caminando por la calle en busca de alguien a quien nadie pudiera echan en falta, como un mendigo...
Tuvo suerte, encontró en uno de los callejones más recónditos un grupo de mendigos muy bebidos, lo que le facilitaría el trabajo.
- ¿Qué miras imbécil? -Le dijo uno de los mendigos, a lo que Nimajita respondió con una sonrisa.
Miró a los tres, realizó los sellos necesarios mientras extendía los brazos concentrando una gran cantidad de chakra fuuton.
- ¡ Enshuu no kaze !
El viento chocó con los mendigos que a su vez chocaron con fuerza contra la pared, dejando un hueco de tamaño considerable en la pared, cogió los cuerpos inconscientes de los mendigos
y los llevó a su "laboratorio". Cogió a dos de ellos (eran 4 en total) y les atravesó el corazón con un kunai.
Así comenzaría a practicar la nueva técnica. Primero debería aprender a encarcelar a los cuerpos fallecidos para invocarlos más tarde.
La técnica de encarcelamiento se llamaba "Kuchiyose, Edo Fuuiheki".
Realizó los sellos, se mordió el suelo mientras golpeaba el suelo con fuerza, pero esta invocación hiba a costarle más que el Rashômon o incluso el Sanjuu Rashômon.
Repitió innumerables veces el mismo jutsus y los sellos durante toda la larga noche de 3 días seguidos, estaba al punto del desfallecimiento hasta que, al fin...
- ¡ Kuchiyose, Edo Fuuiheki !
Esta vez los sellos habían sido perfectos y del suelo salieron las mismas marcas negras como cuando invocaba a Rashômon, ¡ Lo había conseguido !.
Del suelo salieron 2 tumbas que se abrieron atrapando a los dos mendigos... ahora sólo quedaba aprender cómo invocarlos de nuevo...
Continuará.